El punto de arranque del nuevo movimiento obrero vasco que surge en el franquismo cabe situarlo alrededor de la larga lucha que mantuvieron los trabajadores deLaminaciones de Bandas en Etxebarri/Basauri, que se inició en noviembre de 1966 y se prolongó 163 días. No fue sólo una lucha sindical ejemplar sino que sirvió para dinamizar, en trabajos de solidaridad y apoyo, a sectores importantes de la juventud trabajadora que irían aumentando en años posteriores. A la huelga de Bandas le seguirían otras como las de Altos Hornos, Naval, Babcok, en enero de 1969 o las de Guipúzcoa (Michelín, Orbegozo, Mecanoplástica…) en febrero de ese mismo año en las que, en pleno estado de excepción, decenas de miles de trabajadores se lanzan a la calle. Se va configurando así un movimiento obrero en el que destacan su combatividad en unas condiciones en que la lucha obrera podía significar, y significaba muchas veces, el despido, la tortura o la cárcel, y su solidaridad, en las antípodas del corporativismo sindical estrecho que luego hemos conocido. Una solidaridad que se mostraba en los más diversos terrenos, con los despidos en la propia empresa, con otras empresas en lucha, con otros sectores sociales y reivindicaciones, contra la represión del Régimen en general y en particular, con los militantes de ETA, como por ejemplo la que se materializó con motivo del Proceso de Burgos en 1970.En esta época los obreros políticamente más activos están en la órbita de CCOO. No hay masas en CCOO, tampoco podía ser de otra forma ya que la persecución policial y patronal obligaba a utilizar formas relativamente clandestinas. En Vizcaya, hasta 1970, probablemente no superasen el millar. En realidad, en 1967-1968, CCOO es una coordinadora de militantes de diversos partidos, principalmente bajo la influencia del PC. Pedro Ibarra apunta la cifra en Vizcaya de entre 300 y 500 el total de militantes organizados en las fábricas.