CASTILLA LEON

Conscientes de que sólo la unión daba la fuerza y sabedores de la entelequia que representaba el organigrama sindical español, estos cristianos de Valladolid se tomaron muy en serio el cometido de aportar organizaciones al nuevo movimiento obrero. Así, a principios de los 60, aquel grupito de ferroviarios de JOC y HOAC, asesorado por sindicalistas madrileños y apoyado en todo momento por Julián Pérez Cabello (militante de HOAC y futuro concejal socialista), creaba el primer núcleo de la Unión Sindical Obrera (USO). A ellos se sumarán, impulsados por Pedro Oyagüez, militantes de la HOAC en FASA-Renault como Juan A. Cañada y Antonio Ruipérez.
Comisiones Obreras (CCOO) llegó más tarde, y lo hizo de la mano de comunistas represaliados como Benedicto de Blas, Francisco Martín, Caracena, Armando del Tío Franco, Andrés Medina y Francisco Rodríguez. Contaron con el inestimable apoyo de los Dominicos de San Pablo (y muy especialmente del padre Carmelo), en cuyos locales celebraban reuniones donde acudían obreros independientes, militantes de JOC, VO y HOAC, "jóvenes católicos", algunos universitarios y una decena de sacerdotes que (según los informes confidenciales del PCE) en 1969 formaban un total de 146 asistentes y aglutinaban a la práctica totalidad de las CCOO vallisoletanas. En los años 60, militantes cristianos como los entonces dominicos Gonzalo González Álvarez y Gonzalo González Blanco, los hermanos Cornejo, Félix García Tajadura, Carmelo Pozas, Agapito Urueña, Berrocal, Carretero y otros iban engrosando las filas de este sindicato.
También por entonces, la Universidad vallisoletana comenzó a registrar los primeros conatos de movilización sindical contraria al SEU, y en noviembre de 1968 este sindicato informaba al Gobernador Civil de que el SUT pucelano (iniciado por el militante de la JOC César Alonso de los Ríos) contaba ahora con Ábgel Carbajo y Manuel Martín como director y secretario, respectivamente.
Íntimamente unido al movimiento obrero y muy afamado en los años 70 por su potencial movilizador y reivindicativo, el asociacionismo vecinal vallisoletano inició su andadura en 1969, propiciado también por el catolicismo más avanzado. Efectivamente, fue entonces cuando militantes de JOC y HOAC, independientes y dominicos de la parroquia de Santo Toribio (como Millán Santos, Carlos Fernández Cid, Gonzalo González Álvarez y Gonzalo González Blanco) iniciaron en el barrio de Las Delicias una Asociación de Vecinos que (según Juventud Obrera) sirvió para fomentar el asociacionismo de base, incrementar el interés por las necesidades del barrio, plantear numerosas demandas sociales y crear candidaturas propias para las elecciones a concejales.
Finalmente habrá que hacer referancia a ese afán por actualizar la denuncia profética que llevó a movimientos cristianos y sacerdotes jóvenes de la ciudad a aconsejar la abstención durante el Referéndum de 1966, a protestar (como hizo la HOAC) contra el estado de excepción de 1969, y a esgrimir documentos denunciando la falsedad de la nueva Ley Sindical (iniciada por la dictadura en 1967) como el firmado por HOAC, JOC, VOJ, VOS y MAS.
Que la actividad de estos colectivos y movimientos apostólicos fue determinante en los inicios de la oposición vallisoletana al franquismo lo demuestra, en primer lugar, el hecho de que constituyesen las únicas organizaciones capaces de alertar a las autoridades civiles y sindicales. Así, durante toda la década de los 60, los informes del Gobierno Civil solieron repetir lo ya escrito en la Memoria de 1964: "que los únicos focos de descontento procedieron de las organizaciones de signo cristiano, JOC y HOAC, especialmente esta última, que se muestra partidaria de procedimientos avanzados coincidentes con los preconizados por la extrema izquierda: el derecho a huelga y los sindicatos libres". Luego vendrían las acusaciones de cobijar a "infiltrados marxistas" y "elementos" con antecedentes anteriores al 18 de julio de 1936, o intentos de registro como el de finales de los 50 en los locales de la HOAC. Es más, la presencia y acción de esos colectivos cristianos fue tan positivamente valorada por las células vallisoletanas del PCE (único vestigio de oposición política organizada en los años 60), que éstas no sólo alentaron la acción conjunta en barrios y empresas, sino que, tal y como informaban a su dirección en 1952 y 1958, creían muy conveniente infiltrarse en unas organizaciones de Acción Católica cada vez más comprometidas con el movimiento obrero.
En definitiva, llegados a este punto y sin olvidar en ningún momento la incesante labor desarrollada por el PCE y la inquietud de muchos obreros independientes, estamos en condiciones de afirmar que esa "otra Iglesia" vallisoletana (con su acción reivindicativa, con sus labores de cobertura y su tarea de difusión de una cultura política democrática) contribuyó a generar el caldo de cultivo necesario para la posterior "explosión" conflictiva y fue sentando las bases de la futura Transición a la democracia.

LEON
Jose Luis Gomez
Jose Luis Ropero
                                                                   VALLADOLID

Pedro Oyagüez Valentín
Antonio Ruiperez
Benedicto Garcia Tajadura
Perez Cabello
Valeriano Benito
Mario Blanco

BURGOS
Servando Martinez
Garmendia
Luis Ausin
Luis Maestro Fonta

SEGOVIA
Jose Peña
Julio Delgado